Penya Barcelonista de Lisboa

dilluns, de novembre 30, 2009

Genio de campeón


• El Barça recobra el liderato apelando a la épica tras jugar media hora con 10 ante un Madrid mejorado
No fue un baño, no hubo 6-2, pero el Camp Nou celebró el 1-0 de Ibrahimovic como si fuera una goleada, como si se hubiera acabado la Liga y el Barça fuera ya el campeón. Tan a flor de piel se vivió el partido, con tanta angustia, con tanta incertidumbre, que la victoria se disfrutó con el corazón desbocado, con la satisfacción que da lo que más cuesta, con la grada enloquecida. El aniversario de los 110 años de historía no merecía un disgusto. Al Madrid el liderato le ha durado una semana, justo lo que ha tardado en encontrarse cara a cara con el fantasma que lleva más de un año persiguiendo y por el que Florentino, que ayer volvió al palco del Camp Nou, se ha gastado 270 millones de euros para darle caza. Creía que lo había atrapado y otra vez se le escapó.
El Barça ya ha recuperado su sitio preferido, dos puntos por delante y con un mejor inicio que el año pasado, aunque sufriera como nunca y acabara apelando a la épica, una virtud que siempre ha estado más de lado del Madrid y que, esta vez, quedó personificada en un triángulo excepcional: Valdés, Piqué y Puyol. Cuando peor lo pasó el equipo, ahí estaban para defenderlo. Y vaya si lo hicieron. De principio a fin, sin desfallecer, tres guardianes de casa a los que ni Ronaldo, ni Kaká, ni Higuain, ni nadie pudieron doblegar.

UN RIVAL DISTINTO
El Camp Nou vivió una noche intensísima, que disfrutó con locura en cuanto se escuchó el pitido final. Entonces, los culés se sacudieron la tensión que les atenazaba, temerosos de sufrir un golpe bajo en el último instante. Nadie diría que era la jornada 12 y que por delante queda un largo camino que quién sabe adónde los conducirá. Parecía una final. Un combate en el que más que los puntos se discutía el cambio de ciclo que algunos pregonan, como si el triplete y lo que le acompaña pudiera enterrarse en un día. Al aspirante aún le falta para ponerse a la altura del campeón por más que ayer estuviera más cerca de lo esperado.
Algo ha cambiado y es el Madrid o, por lo menos, el de anoche, que no es el de siempre en la Liga ni el de la Champions ni,por supuesto, el de Alcorcón. Ese, el de la Copa, ya está muerto. El Barça salió con solo dos cambios en relación al 2-6 del Bernabéu. Keita y Busquets por Etoo y Touré. Así que habrá que conceder que el que ha mejorado es el rival. Normal. En teoría, es 270 millones más bueno. Pero, curiosamente, sus grandes joyas no aparecieron para marcar la diferencia. Ronaldo dejó muy poco que recordar y a Kaká le sobró generosidad o, según se mire, valentía para jugarse la acción más clara de gol.

El Barça estuvo lejos de la actuación ante el Inter y ahí el Madrid tiene mucho que decir. Le jugó mucho más de cara, lejos de la imagen que ha ofrecido en casi todos sus duelos. Con Guardiola, no hay alineación sin sorpresa. A Ibra se le daba por descontado ante el Inter y ayer, y Messi, en cambio, parecía demasiado tierno para correr riesgos y ahí estaba. Tal vez tenía el aductor a punto, pero le faltaba una pizca de confianza para ser el de siempre. Lo fue cuando peor pintaba el partido, cuando más roto estaba el equipo y entonces se levantó y peleó como nunca. Ibra lo hizo todo más deprisa. A los cinco minutos de salir, engatilló un centro de Alves. No estaba solo. A su lado tenía otro acompañante: Piqué, nada menos.

EXPULSIÓN DE BUSQUETS Pellegrini también sorprendió, no tanto en el once sino por su firme apuesta de no echarse atrás. Esa es la verdad. En ese paso adelante que dio le ganó unos cuantos metros al Barça y llegó a descolocarle con tanta presión. Eso sí, el balón le interesa poco, desde luego, muchísimo menos que al Barça. En esa disputa no hay color, pero inusualmente esa superioridad no sirvió para que el campeón jugara con comodidad. No llegó a encontrarle el punto al partido.y cuando lo hizo quedó penalizado por la expulsión de Busquets.
El gesto de rabia de Guardiola fue el preámbulo de un sufrimiento terrible. Pep sabía lo que se le venía encima y no le falló la intuición. Esa media hora se hizo larguísima. La falta de costumbre. Las buenas costumbres, mejor. Hace tiempo que gracias a este equipo el Camp Nou no vive los partidos con un nudo en la garganta. Eso es de otros tiempos. Pero ayer recuperó esa sensación, aunque Pique y Messi estuvieron muy cerca de liberarle de ese calvario final. Incluso con 10, tuvieron en la mano el 2-0.
El Camp Nou acabó empujando al equipo, concienciado para echarle una mano, y darle el aire que necesitaba. Rugió pese a que por dentro más de uno tenía un mal presentimiento, herencia todavía de muchos años de disgustos. Total, que el campeón se fue poniendo en pie y recuperó el toque. Xavi, Iniesta y Messi su pusieron a bailar y a Lass le pareció tan intolerable que soltó una coz. A la ducha. Un mal gesto. O un símbolo. Con el balón, el Barça sigue siendo el mejor.

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