El Barça empieza como acabó
Xavi y Pedro ponen en ventaja al conjunto catalán, que remontó ante un Athletic bravo pero lastrado por Llorente
Nada ha marchitado el verano, ni el elevado compromiso del Barcelona con el juego, ni su profunda vocación estética, ni su armónico despliegue. Tampoco el estío ha saciado la sed de Bojan. Ni ha secado el manantial de Xavi. Ni ha desenfocado el angular de Piqué. Ni siquiera la resaca más larga ha logrado borrar ese tic tan propio de Guardiola, el que lo lleva a buscar a la vuelta de la esquina, en La Masía, lo que sus predecesores escudriñaron por medio mundo.
150 segundos, no más, le llevó al Barcelona descifrar el acertijo que le planteaba el Athletic, una guerra de guerrillas, nada de luchar a campo abierto. Fue el tiempo que tardó Xavi, tras tres pases erróneos, en afinar la mirilla. En cuanto lo hizo, a su hilo brotó el tricampeón, que facturó media hora impactante, impropia de un esfuerzo veraniego, más meritoria si cabe por la ausencia de sus solistas más virtuosos, Messi e Iniesta. Nadie los extrañó en los primeros 25 minutos, en los que un Barça sinfónico amasó las ocasiones suficientes para haber ajusticiado a un Athletic vulgar y acomplejado. Sin Messi, sin Iniesta, sin Ibrahimovic, se las ingenió Guardiola para trasladar un mensaje inquietante a sus rivales, domésticos y bárbaros, galácticos o terrenales: el plan culé es el mismo, su actitud es idéntica, su ambición se mantiene infinita.
Bojan, tan frágil, tan tierno, sofocó de dos plumazos el arranque del Athletic, tan impetuoso como efímero. Tras avisar a los dos minutos, su segundo latigazo lo sacaron a córner entre la manopla de Iraizoz y el manto de San Mamés. Ni siquiera la agitación de la grada, carga eléctrica que Caparrós no contribuyó a alimentar al dejar en casa a Muniain y a Javi Martínez y en la banqueta a Yeste, Toquero y Amorebieta, espabiló al Athletic. Se desnortan los bilbaínos cada vez que se despista Llorente, y al riojano lo confiscó ayer, como en la final de Copa, Piqué. Tuvieron una virtud los vascos: apretar los dientes y guarecerse tras las inmensas espaldas de Iraizoz cuando más furioso sopló el vendaval blaugrana. Bojan, Puyol, Alves, Henry, Xavi... Los azulgrana hacían cola para hacer el primer gol de la temporada.
Escasos de munición, los de Caparrós se encomendaron a la llegada de refuerzos. Estos se presentaron en forma de ácido láctico. El cansancio catalán equilibró la batalla. El aporte extra de oxígeno permitió al Athletic, más rodado por sus obligaciones europeas, apostarse con mayor firmeza en el centro del campo. De pronto, pisar el área de Víctor Valdés dejó de parecer una quimera.
Ocio, a puerta vacía, arruinó un gran servicio de Susaeta, pero, lejos de desesperarse, la acción rearmó al Athletic, más a tono con su heráldica según avanzaba el primer tiempo. La mejoría la aprovechó De Marcos, 20 años su edad, 350.000 euros su costo, para presentarse en sociedad. Se anunció el chaval con una parábola lejanísima que exigió lo mejor de Valdés. Y, acto seguido, se personó en la elite con una incursión zigzagueante y un disparo blando que se envenenó en la bota de Puyol y proporcionó al Athletic una renta tan insospechada como inmerecida.
El descanso, 15 minutos sin encontrarle una explicación coherente al marcador, le sentó fatal al Barça. Gurpegui maniataba a Xavi. Apagado su navegador, los culés perdieron la pista de Iraizoz. El Athletic llevó el partido a su terreno, pero careció, como siempre, de pegada, lo que le sobra al Barça. Keita remontó toda la banda derecha local y su servicio, mejorado por Pedro, lo embocó Xavi, que pronto devolvió el favor al canterano, muy reivindicativo ayer. Su trallazo acerca al Barça al primer título de un año de retos nuevos y planes viejos.
Escasos de munición, los de Caparrós se encomendaron a la llegada de refuerzos. Estos se presentaron en forma de ácido láctico. El cansancio catalán equilibró la batalla. El aporte extra de oxígeno permitió al Athletic, más rodado por sus obligaciones europeas, apostarse con mayor firmeza en el centro del campo. De pronto, pisar el área de Víctor Valdés dejó de parecer una quimera.
Ocio, a puerta vacía, arruinó un gran servicio de Susaeta, pero, lejos de desesperarse, la acción rearmó al Athletic, más a tono con su heráldica según avanzaba el primer tiempo. La mejoría la aprovechó De Marcos, 20 años su edad, 350.000 euros su costo, para presentarse en sociedad. Se anunció el chaval con una parábola lejanísima que exigió lo mejor de Valdés. Y, acto seguido, se personó en la elite con una incursión zigzagueante y un disparo blando que se envenenó en la bota de Puyol y proporcionó al Athletic una renta tan insospechada como inmerecida.
El descanso, 15 minutos sin encontrarle una explicación coherente al marcador, le sentó fatal al Barça. Gurpegui maniataba a Xavi. Apagado su navegador, los culés perdieron la pista de Iraizoz. El Athletic llevó el partido a su terreno, pero careció, como siempre, de pegada, lo que le sobra al Barça. Keita remontó toda la banda derecha local y su servicio, mejorado por Pedro, lo embocó Xavi, que pronto devolvió el favor al canterano, muy reivindicativo ayer. Su trallazo acerca al Barça al primer título de un año de retos nuevos y planes viejos.
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