La 'Barçamanía' toma las calles
La 'Barçamanía' toma las calles
Los balcones y las ventanas de Barcelona tienen su propia forma de expresión. Su lenguaje. Se hacen ver y explican el estado de ánimo de la ciudad. Estos días predomina "el blaugrana al vent". De mar a montaña y del Besòs al Llobregat, los signos identificativos con el Barça se prodigan ante la cita de mañana en Roma, donde se juega la final de la Copa de Europa de fútbol que más expectación y expectativas ha levantado en los últimos años.
¿Acaso el diálogo de los balcones, las ventanas y los escaparates no dan fe de esta circunstancia? Desbordan optimismo. Es lo que corresponde a este momento álgido de un equipo ciclotímico, que fue un desastre el curso pasado y que hoy luce como un conjunto sin parangón. Los observadores más veteranos coinciden en que, en vísperas de Sevilla –acabó en funeral–, de Londres o de París –los dos precedentes victoriosos– no se había registrado un despliegue de rojos y azules de semejante intensidad.No hace tanto, esas fachadas evidenciaron la actitud unánime contra la guerra. Ahora se han convertido en uno de los mejores termómetros sobre la crisis. Los carteles de "se vende", "se alquila" o "liquidación por cierre" dejan bien a las claras el estado real de la economía cotidiana.Pero esa imagen del mal trago financiero se ha visto tapado en cierta medida por la euforia barcelonista. La colección de imágenes se sucede en los diez distritos. No importa que el piso sea de un vecino de toda la vida o de un nouvingut de tierras lejanas. En el Raval, en calles como Cera, Carretes o Botella, se oyen idiomas remotos, aunque las banderas y las bufandas, que cuelgan junto a la ropa tendida, facilitan esa comprensión universal.Desde el 2-6 en el Bernabeu, las expresiones de culerismo se han disparado. Las conquistas de la Liga y la Copa han reforzado todavía más la pasión azulgrana. "Dos años sin ganar nada, en los que además le hemos regalado el trofeo al Madrid, son demasiado. Teníamos muchas ganas". Es lo que comenta el empleado de una frutería del Guinardó. Lo que dice, sin embargo, lo suscriben otros muchos, sin distinciones de sexo o condición social.Las banderas o los escudos irrumpen en balcones y ventanas. O en los escaparates. Uno de los más curiosos se encuentra en el chaflán de Padilla con Còrsega. El nombre de la tienda queda oculto bajo un rótulo de "liquidación". Silvia, la propietaria, tranquiliza a los curiosos. "Liquidación sí, pero sólo de las prendas de la línea normal". Hay que ver. Jenny y Beckham levantan acta de las palabras de su dueña. Les va mucho en juego. Ella llegó de Las Vegas, las de verdad y no esa cosa descafeinada que quieren construir en Los Monegros, hace ya un trienio. Él sólo tiene un año de convivencia en el escaparate. Son los dos maniquíes que exhiben la ropa interior erótica del establecimiento de Silvia."En tiempos difíciles –asegura–, la ropa normal no se vende, mientras que la picante tiene más salida. La gente no sale a gastar, así que se entretiene en casa". Lo cierto que es, pase quien pase, se mira su local. Beckham viste calzoncillos boxer y tirantes, y dejar entrever una dotación sexual aparatosa. Jenny, con tanga, tapa en parte su poderoso pecho con una bufanda del Barça, sin duda una de las más fotografiadas. Pese al nombre del maniquí, Silvia, colombiana de origen, lo tiene claro: "Por supuesto que quiero que gane el Barcelona, mi nieto es un apasionado".A escasamente una parada de metro de la línea azul, a la salida de Camp de l'Arpa, en la boca del paseo Maragall, los ciudadanos se topan con una de las banderas más gigantescas de cuantas se pueden ver. En la citada avenida, en los números 7-11, el toldo de protección de la fachadas en restauración queda eclipsado por ese alarde en el que se mezcla la senyera y el corazón azulgrana. Cuentan un par de trabajadores, en su momento de descanso, que el jefe, el señor Osorio, hizo ir el sábado a los montadores para instalar semejante alarde culé.–Es muy del Barça.–¿Y vosotros?–Yo, del Valencia.Al compañero le cuesta arrancarse, como si le diera pudor.–Del Madrid. Yo soy del Real.De ruta por la ciudad, resulta más que difícil encontrar una sola calle en la que no haya algún elemento identificativo con el equipo fundado hace más de un siglo por el suizo Joan Gamper. En la calle Mallorca, en el entorno donde se construye o pronto se construirá el túnel entre Sants y Sagrera, hay pancarta en los que todavía se reivindica el "AVE pel litoral" con símbolos azules y grana, aunque también hay versiones de fondo sólo rojos o naranjas. Una de las escenas diferentes se observa en la calle Urgell, cerca de Aragó. En un mismo balcón, una familia ha hecho trascender su alma doble. Una parte de la baranda la ocupa una bandera del Espanyol y, a continuación, encabalgándose, otra del conjunto contrario. Es el hermanamiento de Urgell.En esta misma calle, no muy lejos, poco antes de llegar a Rosselló, los pasteleros Jordi y Eduard Pallarés han diseñado un escaparate en clave barcelonista. Han puesto los muñecos de Eto'o, Puyol y Messi, entre su creación, el pastel azulgrana, con mucho chocolate, frutos rojos del bosque y la placa identificativa de la final. También han elaborado una réplica de la Champions, en chocolate, por su puesto. "Espero que nos la comamos nosotros", dice.El ambiente futbolero se exhibe también entre los pescaderos de las paradas de La Boqueria. En cambio, Enric Beltran, hace una prueba de decoración en su charcutería de Consell de Cent (esquina Rocafort), ya que no la pondrá hasta el jueves. Confía en la victoria, aunque argumenta su actitud de espera. "Era muy escéptico con Guardiola, pero me ha convencido, y como va con esa humildad y respeto al contrario, pues sigo su ejemplo. Mira lo que les pasó a los del Bilbao". Luego justifica su decoración exterior. "Tengo 64 años y nunca había expuesto mis sentimientos. A mi tienda viene gente diversa, pero el que no quiera que no mire, que tampoco pongo ninguna cosa que sea un insulto".
Los balcones y las ventanas de Barcelona tienen su propia forma de expresión. Su lenguaje. Se hacen ver y explican el estado de ánimo de la ciudad. Estos días predomina "el blaugrana al vent". De mar a montaña y del Besòs al Llobregat, los signos identificativos con el Barça se prodigan ante la cita de mañana en Roma, donde se juega la final de la Copa de Europa de fútbol que más expectación y expectativas ha levantado en los últimos años.
¿Acaso el diálogo de los balcones, las ventanas y los escaparates no dan fe de esta circunstancia? Desbordan optimismo. Es lo que corresponde a este momento álgido de un equipo ciclotímico, que fue un desastre el curso pasado y que hoy luce como un conjunto sin parangón. Los observadores más veteranos coinciden en que, en vísperas de Sevilla –acabó en funeral–, de Londres o de París –los dos precedentes victoriosos– no se había registrado un despliegue de rojos y azules de semejante intensidad.No hace tanto, esas fachadas evidenciaron la actitud unánime contra la guerra. Ahora se han convertido en uno de los mejores termómetros sobre la crisis. Los carteles de "se vende", "se alquila" o "liquidación por cierre" dejan bien a las claras el estado real de la economía cotidiana.Pero esa imagen del mal trago financiero se ha visto tapado en cierta medida por la euforia barcelonista. La colección de imágenes se sucede en los diez distritos. No importa que el piso sea de un vecino de toda la vida o de un nouvingut de tierras lejanas. En el Raval, en calles como Cera, Carretes o Botella, se oyen idiomas remotos, aunque las banderas y las bufandas, que cuelgan junto a la ropa tendida, facilitan esa comprensión universal.Desde el 2-6 en el Bernabeu, las expresiones de culerismo se han disparado. Las conquistas de la Liga y la Copa han reforzado todavía más la pasión azulgrana. "Dos años sin ganar nada, en los que además le hemos regalado el trofeo al Madrid, son demasiado. Teníamos muchas ganas". Es lo que comenta el empleado de una frutería del Guinardó. Lo que dice, sin embargo, lo suscriben otros muchos, sin distinciones de sexo o condición social.Las banderas o los escudos irrumpen en balcones y ventanas. O en los escaparates. Uno de los más curiosos se encuentra en el chaflán de Padilla con Còrsega. El nombre de la tienda queda oculto bajo un rótulo de "liquidación". Silvia, la propietaria, tranquiliza a los curiosos. "Liquidación sí, pero sólo de las prendas de la línea normal". Hay que ver. Jenny y Beckham levantan acta de las palabras de su dueña. Les va mucho en juego. Ella llegó de Las Vegas, las de verdad y no esa cosa descafeinada que quieren construir en Los Monegros, hace ya un trienio. Él sólo tiene un año de convivencia en el escaparate. Son los dos maniquíes que exhiben la ropa interior erótica del establecimiento de Silvia."En tiempos difíciles –asegura–, la ropa normal no se vende, mientras que la picante tiene más salida. La gente no sale a gastar, así que se entretiene en casa". Lo cierto que es, pase quien pase, se mira su local. Beckham viste calzoncillos boxer y tirantes, y dejar entrever una dotación sexual aparatosa. Jenny, con tanga, tapa en parte su poderoso pecho con una bufanda del Barça, sin duda una de las más fotografiadas. Pese al nombre del maniquí, Silvia, colombiana de origen, lo tiene claro: "Por supuesto que quiero que gane el Barcelona, mi nieto es un apasionado".A escasamente una parada de metro de la línea azul, a la salida de Camp de l'Arpa, en la boca del paseo Maragall, los ciudadanos se topan con una de las banderas más gigantescas de cuantas se pueden ver. En la citada avenida, en los números 7-11, el toldo de protección de la fachadas en restauración queda eclipsado por ese alarde en el que se mezcla la senyera y el corazón azulgrana. Cuentan un par de trabajadores, en su momento de descanso, que el jefe, el señor Osorio, hizo ir el sábado a los montadores para instalar semejante alarde culé.–Es muy del Barça.–¿Y vosotros?–Yo, del Valencia.Al compañero le cuesta arrancarse, como si le diera pudor.–Del Madrid. Yo soy del Real.De ruta por la ciudad, resulta más que difícil encontrar una sola calle en la que no haya algún elemento identificativo con el equipo fundado hace más de un siglo por el suizo Joan Gamper. En la calle Mallorca, en el entorno donde se construye o pronto se construirá el túnel entre Sants y Sagrera, hay pancarta en los que todavía se reivindica el "AVE pel litoral" con símbolos azules y grana, aunque también hay versiones de fondo sólo rojos o naranjas. Una de las escenas diferentes se observa en la calle Urgell, cerca de Aragó. En un mismo balcón, una familia ha hecho trascender su alma doble. Una parte de la baranda la ocupa una bandera del Espanyol y, a continuación, encabalgándose, otra del conjunto contrario. Es el hermanamiento de Urgell.En esta misma calle, no muy lejos, poco antes de llegar a Rosselló, los pasteleros Jordi y Eduard Pallarés han diseñado un escaparate en clave barcelonista. Han puesto los muñecos de Eto'o, Puyol y Messi, entre su creación, el pastel azulgrana, con mucho chocolate, frutos rojos del bosque y la placa identificativa de la final. También han elaborado una réplica de la Champions, en chocolate, por su puesto. "Espero que nos la comamos nosotros", dice.El ambiente futbolero se exhibe también entre los pescaderos de las paradas de La Boqueria. En cambio, Enric Beltran, hace una prueba de decoración en su charcutería de Consell de Cent (esquina Rocafort), ya que no la pondrá hasta el jueves. Confía en la victoria, aunque argumenta su actitud de espera. "Era muy escéptico con Guardiola, pero me ha convencido, y como va con esa humildad y respeto al contrario, pues sigo su ejemplo. Mira lo que les pasó a los del Bilbao". Luego justifica su decoración exterior. "Tengo 64 años y nunca había expuesto mis sentimientos. A mi tienda viene gente diversa, pero el que no quiera que no mire, que tampoco pongo ninguna cosa que sea un insulto".
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