Los elogios le caen del cielo a Messi
Los elogios le caen del cielo a Messi
Una adolescente se lanzó desde tres metros en el estadio Monumental para abrazarse a Leo
La imagen circula en YouTube y la grabaron los compañeros de la televisión argentina TyC Sports. Había terminado el partido contra Perú 4-0 y los jugadores se retiraban hacia el vestuario. En la tribuna, una chica de unos 18 años no hacía más que gritar, “¡Messi, Messi!”. Y en un momento de pasión la chica, mirando a Leo, le dijo “me tiro”. Messi dijo con el dedo que no. Pero la chica se tiró. Cayó de culo, se levantó ayudada por Leo y se tiró a sus brazos. Messi sólo pudo darle un beso. Rápidamente, la seguridad del estadio se la llevó. Leo, aún impresionado por el incidente, no entendía como la chica había saltado desde los 3 metros sólo para abrazarle. Y encima, el árbitro del partido no dejaba de perseguirle pidiéndole su camiseta.
Es sólo una anécdota que quedará entre las vividas por Messi, una más que confirma la dimensión que está cobrando Leo en todo el mundo. En Barcelona vive protegido, el foco mediático queda compartido entre Ronaldinho, Eto'o, Deco, Puyol, ahora Henry. La ciudad no le agobia porque el carácter de los catalanes es menos temperamental que en su Rosario natal, por ejemplo, aunque a él no le moleste firmar autógrafos, hacerse fotos, se siente un privilegiado. En Rosario cuando descubren que el que conduce el Mini de color negro es Leo incluso han conseguido que aparque el utilitario para hacerse una foto con el móvil. Y él encantado.
Pero como pasó en el Mundial Sub-20 de Holanda, donde el mundo futbolístico descubrió hace dos años a una 'Pulga' con detalles de fenómeno, su presencia en la albiceleste ha provocado el delirio global. Estamos viviendo en Venezuela la transformación del futbolista en fenómeno de masas. Aquí no ven sólo a un chaval de 20 años que lleva el balón pegadito a los pies a una velocidad increíble, aquí Leo es el ídolo, la imagen que llevar en la carpeta, a Leo le imitan en su forma de llevar la cinta en el pelo, gusta el hoyuelo en la barbilla, los ojos achinados …
La evolución de Messi es tan rápida como su fútbol. Superada la fase de comparación con Diego Armando Maradona, ahora con 20 años está escribiendo su propia historia. Descubre que su presencia colapsa, que enamora, coquetea con las azafatas y las sonroja con un guiño, está descubriendo el poder de la seducción y lo lleva bien, con naturalidad, sin que le cambie la percepción de las cosas. En Maracaibo coreaban su nombre con tanto vigor como cuando piden la dimisión de Hugo Chávez, como si Messi hubiera alcanzado el status de persona relevante en la vida de todos los venezolanos.
El caparazón del Barça
Aún estaba impresionado por la 'fan voladora'. La vio caer y pensó que no valía la pena, que él es sólo un chaval de 20 años que juega a fútbol. Voló la adolescente atraída no tanto por el futbolista como por el ídolo. Leo sabe a sus 20 años que es una suerte vivir bajo el caparazón del Barça. Se sabe afortunado por compartir vestuario con Ronnie, Deco, Iniesta… futbolistas que le hacen ser mejor, que le ayudaron cuando empezaba y con los que en el campo mantiene su nivel. Para destacar en el Barça, para ser el número uno tienes que hacerlo no bien, muy bien, y eso es un estímulo. Pero además disfruta de ese bienestar que ofrece una ciudad acostumbrada a ver a Leo por sus calles, que le saluda y le felicita, pero que respeta su intimidad.
Una adolescente se lanzó desde tres metros en el estadio Monumental para abrazarse a Leo
La imagen circula en YouTube y la grabaron los compañeros de la televisión argentina TyC Sports. Había terminado el partido contra Perú 4-0 y los jugadores se retiraban hacia el vestuario. En la tribuna, una chica de unos 18 años no hacía más que gritar, “¡Messi, Messi!”. Y en un momento de pasión la chica, mirando a Leo, le dijo “me tiro”. Messi dijo con el dedo que no. Pero la chica se tiró. Cayó de culo, se levantó ayudada por Leo y se tiró a sus brazos. Messi sólo pudo darle un beso. Rápidamente, la seguridad del estadio se la llevó. Leo, aún impresionado por el incidente, no entendía como la chica había saltado desde los 3 metros sólo para abrazarle. Y encima, el árbitro del partido no dejaba de perseguirle pidiéndole su camiseta.
Es sólo una anécdota que quedará entre las vividas por Messi, una más que confirma la dimensión que está cobrando Leo en todo el mundo. En Barcelona vive protegido, el foco mediático queda compartido entre Ronaldinho, Eto'o, Deco, Puyol, ahora Henry. La ciudad no le agobia porque el carácter de los catalanes es menos temperamental que en su Rosario natal, por ejemplo, aunque a él no le moleste firmar autógrafos, hacerse fotos, se siente un privilegiado. En Rosario cuando descubren que el que conduce el Mini de color negro es Leo incluso han conseguido que aparque el utilitario para hacerse una foto con el móvil. Y él encantado.
Pero como pasó en el Mundial Sub-20 de Holanda, donde el mundo futbolístico descubrió hace dos años a una 'Pulga' con detalles de fenómeno, su presencia en la albiceleste ha provocado el delirio global. Estamos viviendo en Venezuela la transformación del futbolista en fenómeno de masas. Aquí no ven sólo a un chaval de 20 años que lleva el balón pegadito a los pies a una velocidad increíble, aquí Leo es el ídolo, la imagen que llevar en la carpeta, a Leo le imitan en su forma de llevar la cinta en el pelo, gusta el hoyuelo en la barbilla, los ojos achinados …
La evolución de Messi es tan rápida como su fútbol. Superada la fase de comparación con Diego Armando Maradona, ahora con 20 años está escribiendo su propia historia. Descubre que su presencia colapsa, que enamora, coquetea con las azafatas y las sonroja con un guiño, está descubriendo el poder de la seducción y lo lleva bien, con naturalidad, sin que le cambie la percepción de las cosas. En Maracaibo coreaban su nombre con tanto vigor como cuando piden la dimisión de Hugo Chávez, como si Messi hubiera alcanzado el status de persona relevante en la vida de todos los venezolanos.
El caparazón del Barça
Aún estaba impresionado por la 'fan voladora'. La vio caer y pensó que no valía la pena, que él es sólo un chaval de 20 años que juega a fútbol. Voló la adolescente atraída no tanto por el futbolista como por el ídolo. Leo sabe a sus 20 años que es una suerte vivir bajo el caparazón del Barça. Se sabe afortunado por compartir vestuario con Ronnie, Deco, Iniesta… futbolistas que le hacen ser mejor, que le ayudaron cuando empezaba y con los que en el campo mantiene su nivel. Para destacar en el Barça, para ser el número uno tienes que hacerlo no bien, muy bien, y eso es un estímulo. Pero además disfruta de ese bienestar que ofrece una ciudad acostumbrada a ver a Leo por sus calles, que le saluda y le felicita, pero que respeta su intimidad.
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