Penya Barcelonista de Lisboa

dilluns, d’abril 09, 2007

La Contra de Johan Cruyff


El Barça no había pasado por esto

Johan Cruyff

Juzgar y condenar al Barça por la imagen que ofreció en Zaragoza es muy sencillo. Lo difícil es arreglarlo. ¿Desmotivados? Yo no estoy de acuerdo. ¿No se lo tomaron en serio? Tampoco es el caso. Calendario en mano, el de La Romareda era el partido más serio, más comprometido, de los diez - ahora nueve- que quedan de Liga. Conociendo al rival, jugando en su campo, el Zaragoza-Barça se presentaba como el partido más delicado, más difícil, de cuantos le quedan al FC Barcelona. Los jugadores lo sabían. Vaya si lo sabían. Saben sumar y restar. Más allá del sistema o sistemas utilizados, lo que les perdió fue otra cosa: la costosa adaptación a un calendario con sólo un partido a la semana. Aunque pueda parecer un contrasentido, hay equipos acostumbrados a jugar dos partidos a la semana. Con lo que ello implica. Más viajes, más entrenamientos de recuperación, pocos entrenos intensos, menos días festivos... una rutina con la que uno aprende a convivir y que mantiene alerta tu ritmo de competición. Así es como mejor se mueve el Barça y así es como peor se mueven otros. El Valencia, por ejemplo, se volvió a dejar puntos (San Mamés, 1-0) en su partido de Liga a caballo entre los dos que tiene de Champions. Vivo no en dos, sino en tres competiciones, el Sevilla también ha dejado escapar muchas oportunidades con las que marcar diferencias en la Liga. Ayer, otra más (0-0). Y esto, siendo seguramente el mejor Sevilla de la historia. En cuanto al Real Madrid, éstos son un caso aparte. No responden a un guión ni a lógica alguna. Ni están mejor ni peor por jugar sólo la Liga, ni han estado mejor o peor por el hecho de compaginar otras competiciones. Es más, diría que son los únicos que están en su línea. Mal, sumando lo justo y tan vivos en la Liga como cualquier otro. Suerte de aquel gol de Messi. O de los tres goles. Sin él, sin ellos, vete a saber si el Madrid no sería ahora líder por delante de todos. Increíble. Cuántas veces hemos dicho esta temporada que tal y tal derrota serviría para espabilar al equipo. Entre ausencias y presencias ausentes, el Barça nunca ha cogido una velocidad de crucero. Ahora es distinto. En contra de lo que muchos puedan creer, esta plantilla acusa una falta de experiencia. Y para tenerla, hay que experimentarla. Hay que vivirla. Y lo que están viviendo ahora mismo es nuevo. En el primer año de Rijkaard,en plena reconstrucción colectiva, el equipo se agarró a Ronaldinho y a 13 jugadores más. En el segundo se ganó la Liga. En el tercero, la Liga y la Champions. El listón, cada vez más alto, y compitiendo a fondo hasta el último día. Ahora mismo, los jugadores del Barça se mueven en un día a día que les resulta extraño. La Champions la ven por la tele, la Copa les queda demasiado lejos en el calendario y los partidos de Liga quedan demasiado espaciados. Menos viajes, más días en casa, más entrenos normales y para ellos anormales a la vez... Para la mayoría de los integrantes de esta plantilla, con independencia de su edad o calidad, esta es una situación por la que no habían pasado. O de la que ya no se acordaban. Trasladas esta falta de intensidad en la rutina diaria a un terreno de juego y te da lo del sábado. Y lo peor no fue la ausencia de profundidad en el juego. Ni el ritmo de balón bajo mínimos. Ni el exceso de conducción por un incorrecto juego de posición. Una cosa lleva a la otra. Es un efecto dominó que te arrastra a situaciones, a jugadas puntuales donde el rival, por mínimamente pícaro que sea, te deja retratado. Por ejemplo, el gol. Bastó un fuera de banda lanzado a toda prisa por Sergio García para habilitar el centro de D´Alessandro.Y en dos faltas idénticas, dos faltas a favor del Zaragoza, Aimar,un tipo listo, le dijo a un compañero que sacara rápido sin esperar a que el Barcelona pidiera barrera. En una acción casi marca D´Alessandro, y en la otra, suerte de un mal centro del propio Aimar. Ahora, a ver qué rápido aprenden. Lo más difícil en esta vida es asumir los cambios. El éxito o el fracaso va en función de lo rápido que te adaptes a ellos. Y el margen de maniobra se estrecha.