Derrota lamentable
Derrota lamentable
• Un gol de Diego Milito tumba a un desastroso e inofensivo Barça, que se complica el título
• Un gol de Diego Milito tumba a un desastroso e inofensivo Barça, que se complica el título
El Zaragoza se desbordó, llevándose por delante a un Barcelona que dio pena. No hubo partido. Hubo un equipo de fútbol y otro que fue una caricatura. Así, jugando tan horrible, la Liga se escapa para el campeón, que no solo ha dado vida al Sevilla (si hoy gana en su casa al Racing le arrebatará el liderato) sino al Madrid, que podría colocarse a solo dos puntos. Lo dramático no resultó la derrota, penosa, que nadie lo olvide. Lo dramático es que el Barça no fue el Barça. Perdió ayer la cabeza, se desequilibró tácticamente, se arrastró de forma indigna por el campo, con las estrellas (Ronaldinho, Messi y Deco) desconocidas, mientras el equipo tiene hoy 11 puntos menos que hace un año. Ese es el drama.En realidad, el Barça no es lo que debía ser. En nada. En fútbol, en actitud, en organización, en solidez defensiva y, sobre todo, en desequilibrio ofensivo. En La Romareda empezó la aventura del 3-4-3, un recuerdo a la época cruyffista, y en La Romareda recuperó ayer Rijkaard ese atrevido dibujo táctico, con tres centrales nadando a mar abierto (Oleguer, Thuram y Puyol), mientras Valdés estaba más solo que la una. El centro del campo, lleno de pequeños y jugones (Deco, Iniesta y Xavi), no tuvo el balón. Y se quedó sin coartada. Arriba, con el Zaragoza, que estudió bien la lección de la Copa perdida, quedaron encarcelados Giuly, Ronaldinho y Messi. El Barça no jugó a nada. Iba a cámara lenta, al ralentí. Sin chispa. A los 10 minutos de partido, no había pisado el área de César. Literal. A los 20 minutos, Diogo, el lateral uruguayo del Zaragoza, se cruzó el campo, de punta a punta, y obligó a Valdés a estirarse felinamente. Ah, a los 20 minutos, el Barça seguía sin pisar el área aragonesa. Literal.
DESCONTROL DEFENSIVO
Con el Zaragoza arrinconando al campeón, y Etoo guardando reposo en casa, La Romareda creyó que era posible vengarse de los azulgranas. Ayer, sí. Lo mereció porque tuvo más hambre, porque fue realmente a por el partido y, sobre todo, porque sabía lo que debía hacer. El Barça, en cambio, era puro descontrol. Al final de la primera mitad, tuvo 10 minutos desorganizados, caóticos, donde se salvó por la inocencia del Zaragoza, quien no supo extraer el tesoro adecuado a su mejor juego. Y eso, en vísperas de una primavera durísima (además del Barça debe jugar contra el Madrid, el Valencia y el Sevilla), parecía una mala noticia para el equipo de Víctor Fernández. Malo fue también todo lo que hizo el Barça. Mal juego, mal espíritu, mala imagen. Desidia. Impotencia. Un desastre de primera mitad. En el descanso, ya calentaban Zambrotta y Gudjohnsen, la prueba de que hasta Rijkaard se hartó.
REGRESO AL 4-3-3
Entró el defensa italiano, se arrinconó el 3-4-3, volvió el tradicional 4-3-3 y Márquez, irreconocible, como tantos otros, se quedó castigado en el vestuario. Más de uno le podría haber hecho compañía. Fue bonito mientras duró esa romántica aventura. Pero se acabó muy pronto, apenas duró 45 minutos y suerte tuvo el Barcelona de irse al descanso sin encajar un gol. Gracias, todo hay que decirlo, a Valdés. Con Zambrotta de lateral izquierdo e Iniesta al mando de la brújula, Rijkaard apeló entonces a la cordura. Duró, de nuevo, poco. En una jugada surrealista, con dos futbolistas del Zaragoza y cuatro del Barça, el balón acabó en la red azulgrana. Entre Oleguer y Thuram permitieron a D'Alessandro centrar tranquilamente desde la cornisa de la línea de fondo. Entre Puyol y Valdés dejaron que Diego Milito llegara no se sabe de dónde y colara pillamente su bota para marcar el gol.Curioso juego éste. Cuando mejor estaba el Zaragoza, no logró su premio. Cuando el Barça se sentía más seguro, con una red de cuatro defensas, se derrumbó. Entretanto, Rijkaard metió tanta mano en el equipo que nada terminó como había empezado. Él, como los jugadores, se enredó en pruebas que no le llevaron a ningún sitio. Terminó sin tres defensas, con Zambrotta bailando de lateral (entró como izquierdo y acabó de derecho), Messi recorriendo los dos lados del ataque, Ronaldinho fracasando como delantero centro y Guddy de estéril revulsivo. Fallando todos ocasiones ante un César espléndido en la segunda mitad. Pero el Barça se comportó como los malos estudiantes. Llegó a La Romareda con las manos en los bolsillos, seguro de sí mismo, y se marchó avergonzado porque dio una imagen indigna, dejando la Liga más difícil que ayer. Hoy, si el Sevilla no falla, ya no será el líder.
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