Penya Barcelonista de Lisboa

diumenge, de desembre 10, 2006

Ronaldinho rompe la monotonía


Ronaldinho rompe la monotonía
Un decisivo gol del brasileño concede una balsámica victoria a los de Rijkaard antes de viajar a Japón
Ronaldinho -siempre Ronaldinho- y Víctor Valdés en los instantes finales fueron decisivos en la victoria del Barcelona en un partido gris. Un triunfo que alivia sobremanera a los azulgranas, que en breve se jugarán los cuartos en la final del Mundial de Clubes.
Rijkaard planteó el partido con un ojo puesto en la cita nipona. Con el descartado Márquez en la grada, el técnico holandés optó una vez más por el buen hacer de Thuram. En el centro del campo, Edmílson fue esta vez el encargado de frenar a la línea de creación donostiarra, mientras que Xavi, que regresaba al once titular, acompañó a Deco en la elaboración del juego ofensivo azulgrana. Por otra parte, la Real aterrizaba en Barcelona con la refriega pugilística entre Rossato y Juanito todavía fijada en la retina. Resistió el entramado de Lotina en la primera mitad, para desmoronarse como un castillo de naipes en el segundo periodo.

El partido arrancó con menos intensidad que en otras ocasiones. El Barcelona, en stand by, tuvo algunos problemas para conectar con el centro del campo gracias a la sólida presión realista. Sin embargo, los milimétricos desplazamientos en largo de Edmílson, unidos a la verticalidad de Giuly, generaron algunos huecos en la zaga gipuzcoana. En el minuto 11’, Ronaldinho empalmó un buen derechazo que obligó a lucirse al estético Bravo. La Real reaccionó al tanteo azulgrana con escasos argumentos ofensivos. Un tímido cabezazo de Kovacevic precedería a las dos acciones claves de la primera parte. En el 18’, Turienzo Álvarez anuló correctamente un gol a Gudjonhsen, y cuatro minutos más tarde, repetiría decisión al no dar por válido un tanto de Xavi tras recoger un rechace –en posición incorrecta- a un tiro de Ronaldinho.

Un doble aviso que no logró resquebrajar el muro planteado por los de Lotina. De nuevo, el trasfondo del Mundialito de Clubes aparecía en escena cuando Puyol se llevó la mano al muslo. El capitán, prudente, se retiró del encuentro para que Oleguer ocupase su puesto. Al margen de todo, el partido ganó chispa. Belletti tuvo que emplearse a fondo para tapar un envenado disparo de Aranburu, e instantes después, Ronaldinho ofreció su enésima frivolité en un excelente remate de bolea que salió rozando el poste tras un medido centro de Belletti. Un débil testarazo de Deco y una efímera dosis de suspense aportada por un lanzamiento de falta de Ronaldinho que quedó en nada pusieron el broche al primer acto.

Suspense final

En la reanudación, la Real se despojó por unos instantes de sus ataduras defensivas para medir el nivel de concentración de los de Rijkaard. Una serie de indemnes aproximaciones que supondrían la antesala a la gran aparición de la noche. Una intervención que terminaría de un plumazo con la planitud del partido. Ronaldinho, decisivo una vez más, firmó el gol de la victoria azulgrana con un certero remate con la zurda haciendo bueno un nuevo centro desde la derecha de su compatriota Belletti. Un tanto que supone su primer gol con la pierna izquierda en lo que va de temporada. Con su diana, el ‘10’ se confirmaba como la bestia negra del equipo realista, que ya probó en sus propias carnes la voracidad de Dinho hace tres temporadas en el mismo escenario.

Con la ventaja en el marcador, Rijkaard optó por la misma estrategia que hace una semana en Levante. Cambió de motor, Deco, e introdujo a Iniesta para buscar el ‘ko’ txuri urdin. Igualmente, retiró a Gudjohnsen y dio entrada a Ezquerro para que el islandés afronte más fresco la cita oriental. A punto estuvo el albino de tener un susto, ya que antes de abandonar el terreno de juego recibió un fuerte codazo de Kovacevic merecedor de tarjeta roja. Quién sí sería expulsado -inocentemente- fue Sylvinho, por lo que el Barça tuvo que afrontar los últimos minutos en inferioridad.

En esta ocasión, la apuesta le salió bien a Rijkaard. Sobre todo, gracias a que en la recta final del envite, la figura de Víctor Valdés adquirió una gran dimensión. Primero, al salvar un mano a mano con Kovacevic, y ya en el tiempo de descuento, el portero catalán sacó una mano salvadora para su equipo cuando el testarazo de Garitano se colaba en su portería. Una intervención de mérito que evidencia el excelente momento del meta azulgrana, en esta ocasión, igual de determinante que la gran figura de su equipo. Una acción que permite brillar con más fuerza al brasileño. Una parada que, en definitiva, vale tres puntos.