Penya Barcelonista de Lisboa

diumenge, d’abril 19, 2009

GETAFE 0 - BARCELONA 1


El Barça no se da un respiro
Sólo las paradas de Stojkovic evitaron que el Getafe fuera goleado en su estadio bajo un d¡luvio

Nadie disfruta tanto con este Barça como la pelota , que pocas veces fue más mimada. El Barça la abanica, la protege, la acuna. Vive de ella, con ella se defiende y con ella ataca. Y lo hace con un encomiable sentido gremial, corporativo: Eto'o defiende tanto como avanza Alves. Es la orfebrería de Pep Guardiola, graduado en el barro de la Tercera y matriculado con honores en la Primera. La acelerada alopecia que le distingue subraya su intimista sufrimiento; de su equipo, de su obra, gozan otros por ahora, hinchas y adversarios. No hay quien pueda con los latidos que provoca este Barça, para el que el fútbol no sólo es un placer, sino el medio para alcanzar cualquier fin.

Llegó a Getafe, primera etapa de su himalayesco final de temporada, y no dio un paso atrás. Pep alistó a los mejores, que se comportaron como los mejores, no como un colectivo dispuesto a racanear un resultado a la vuelta de Múnich, con el Sevilla a la vista el próximo miércoles, con el Madrid a una hoja del calendario, el Chelsea de por medio, y el envite copero del Athletic. El Barça vive al día. Nada le hace renunciar al sello que le ha encumbrado por encima de cuáles sean sus trofeos al final del curso. En Getafe, ante su particular Lucifer, no dejó dudas. Fue el Barça, el mejor Barça, de principio a fin: el balón en el pasto, siempre domesticado, la mirada al frente, las permutas constantes, la defensa en el ataque, el ataque en la defensa. Solo Stojkovic, el iluminado portero serbio de los azulones, evitó mayor sangría.
Al abrumador gobierno azulgrana no respondió de inicio Henry, al que el fútbol acompasado de su equipo -pura geometría, la pelota acariciada de costado a costado-, le citó en tres ocasiones con el flequillo de Stojkovic. Se estrelló Henry, se encumbró el serbio. No se alteró el Barça, siempre al servicio de la impagable arquitectura de Xavi e Iniesta. El Getafe, a rebufo, a la caza de moscas, superado por la chistera barcelonista, lo que le hizo atrincherarse en la cueva y le restó salida en la contra. Sometido por su rival, el conjunto local, siempre expuesto, no pudo descararse. El Barça jugó con firmeza. Este equipo no concede una, lo mismo da de qué campeonato se trate. Tan absolutista es su ideario que es incapaz de especular. Nada le desanima. Convirtió la ceguera de Henry ante el gol en una vía de escape.
Falla Henry, pero ese es el camino. Cuestión de paciencia, la que tuvo Xavi para descolgarse en el área madrileño y advertir la posición de Messi como ariete. Justo dos años después de su inolvidable gol al Getafe en una jornada de Copa en el Camp Nou, el argentino puso su sello. Esta vez no precisó de un acto maradoniano. Se revolvió en un ladrillo, sentó a un par de escoltas con un amague y embocó. Ni el gol acomodó el Barça, fiel a su repertorio. El partido era de Xavi e Iniesta, con Busquets aplicado con la escoba, con el tridente ofensivo con mutaciones constantes. Y pudo ser el encuentro de Piqué, tan dañino cuando se arrima cerca del gol, pero su "chilena" fue desviada por Stojkovic, el héroe local, principal sostén del marcador, especialmente en el primer tiempo.
Sólo tras el intervalo se animó el Getafe, más directo, con mayor vértigo tras la reanudación. Menos acomplejado, el cuadro de Víctor Muñoz duplicó los voltios del encuentro. No es que inquietara en exceso a Valdés, pero al menos su empeño derivó en un Barça más contenido. Tensado el duelo, Guardiola alistó a Keita por el desafortunado Henry. Los mismos principios, pero con un dique más sólido.Víctor Muñoz también buscó su momento. Tiró de todo el carrete que le quedaba: Granero, Albín y Uche.
Con ellos el Getafe discutió mejor con su contrario, llegó con vida al tramo final. Sobre todo, tras el error de un asistente, al que le dio por anular un gol válido a Messi, que cazó el rebote tras un rechace del meta local después de un tiro desde fuera del área de Keita. Al Barça, siempre al frente, todo le costaba más. No necesitaba a Valdés, pero el marcador, tan recortado, y el mayor ímpetu local le dejaban a la intemperie. Visto que no cerraba el marcador, pese a su racimo de ocasiones, pudo refugiarse; pero no sabe, es una posibilidad descontada en este equipo que ha hecho del arte su mejor cuenta de resultados. Su fidelidad es la mejor noticia de la Liga, por mucho que aún le puedan arrebatar algún título. De momento tiene ganado, y con creces,
el premio al equipo más bello.