Penya Barcelonista de Lisboa

divendres, de desembre 12, 2008

Clásico, goles y rock & roll


Clásico, goles y rock & roll


Ya no tiene la cabellera que lucía el 19 de octubre de 1991, fecha de su primer clásico, pero en el camino se gana y se pierde. Y el suyo es mucho más fructífero que estéril. Han caído los años y el hoy entrenador del Barça ha perdido pelo, pero conserva, quien sabe si intactas, su lucidez y su frescura y ese ir y venir muy tranquilo o muy nervioso, según el caso. Josep Guardiola ha ido tejiendo una tupida vida futbolística que cobra más brillo en puertas de su otro debut ante el Madrid. En el de hace 17 años saltó al campo de titular para perseguir a un tal Butragueño; esta vez no saldrá del banquillo y pase lo que pase será él el perseguido.

"Se trata sólo de dos puntos", dijo entonces un Guardiola de 20 años en la víspera de aquella cita. No está claro que hoy, a 24 horas del choque, actualice la frase con un "se trata sólo de tres puntos", pero quién sabe si, en caso de tropiezo, repetirá el "aquí se pasa demasiado pronto del todo a la nada" que dijo entonces.Compañeros y rivales, mentores y admiradores, técnicos y jugadores reconstruyen para La Vanguardia cómo fue el bautismo de fuego de Guardiola y las claves de su evolución hasta llegar a hoy. ¿Fue aquel día el más emotivo? Tal vez no. Hubo clásicos más redondos. De hecho, por unas semanas, el canterano volvió al B. Tal vez no, porque Emilio Butragueño no recuerda ese choque, ni tampoco el técnico rival de aquel día, Radomir Antic. Aun así, ese sábado empezó todo."¿Ganamos ese día?", pregunta el Buitre tantos años después. "Lo siento no me acuerdo", se rinde la leyenda madridista que por entonces ya había disputado 16 clásicos. "Siempre me gustó mucho su personalidad en el campo, hacía mucho y eso que aparentemente era frágil".Guillermo Amor también estaba allí. Cuando Johan Cruyff dio las órdenes, nadie se inmutó, porque con él lo inesperado estaba al orden del día. El Flaco solía tener ideas que parecían de bombero y que, en realidad, eran de pirómano. "Recuerdo que cuando Cruyff le dice a Pep que tiene que marcar a Butragueño nadie puso los ojos como platos, ya no nos extrañaba nada, porque él solía optar por decisiones particulares", recuerda el ex jugador alicantino, que compartió seis clásicos con Pep. "Cuando Cruyff le dice: ´Marca a Butragueño´, Guardiola no se pone nervioso - tercia José Mari Bakero-.Aunque la gente sólo veía lo que hacía con la pelota, Pep era un jugador muy inteligente tácticamente cuando había que defender".Es irónico que en el bando contrario aquel 19 de octubre estuviese Luis Enrique, uno de los mejores amigos del hoy técnico y un entrenador - Antic-que luego recaló en el Barça ya sin Pep pero sí con Lucho."Sinceramente, no me acuerdo mucho de aquel partido en el que debutó, pero sí de todos aquellos en los que le tenía como referencia táctica para anularlo, lo que indica su importancia. Había que taparlo - evoca el técnico serbio del doblete con el Atleti-y tratar de que la pelota la sacasen o Abelardo o Sergi".El primer clásico de Guardiola valió pero no fue definitivo, como tampoco lo fue su debut, un año antes, ante el Cádiz. "Cuando no vaya convocado, jugaré con el filial. Esperemos que el paso acabe consolidándose", vaticinó un día. "Valoro mucho el trabajo de Pedro y Víctor Sánchez", dijo tras el partido del Shakhtar y elogiando a dos jugadores que, como entonces él, van y vuelven del Mini al Camp Nou.De hecho, regresó al filial que entrenaba Quique Costas, pero no por mucho tiempo. En la leyenda queda un encuentro que marca el punto de no retorno. "El último partido con nosotros fue en Sabadell. Cruyff le dijo que fuera allí, que ganara y que metiera un gol", constata el ex técnico del filial. Pep regresó al Barça Atlético "con un poco de miedo y mucha presión encima. Yo - agrega Costas-le dije que estuviera tranquilo y que jugara como sabía. Ganamos 1-2 y metió un gol". Fue el 14 de diciembre de 1991, casi dos meses después de perseguir a Butragueño y al año de su debut.Los clásicos inolvidables

Luego vinieron otros clásicos inolvidables como el 5-0 con tres de Romário o el 2-2 del 2001 en el que Losantos Omar anuló erróneamente el 2-3, obra de Rivaldo. Miquel Àngel Nadal fue testigo del primero. En el segundo, otro mallorquín, Llorenç Serra Ferrer, asistió, desde el banquillo azulgrana, a la pifia del árbitro. "En el 5-0, Guardiola estuvo clarividente, como muchos otros días, aunque el que lo estuvo más aquella vez fue Romário", define Nadal.A Serra Ferrer no se le olvida "aquel error arbitral". "Hicimos - rememora-un buen partido y Pep estuvo muy acertado en la dirección del equipo. Lo sustituí y se pasó los últimos diez minutos del partido hablando en el banquillo. A Guardiola estos partidos, como hombre de club, le ponían mucho, le motivaban especialmente, su implicación era tremenda". La imagen que queda de aquel encuentro es la de Guardiola encarándose al colegiado y la última del capitán en un clásico.Su despedida, un 3 de marzo del 2001, diez años después del primero en una rivalidad que se remonta a la década de los ochenta, aún niño. "Esos partidos los vivíamos mucho - repasa en su memoria Lluís Carreras-,llevábamos en la Masia desde los 12 años y cuando nos tocaba jugar contra el Madrid nos poníamos en los auriculares música rock para ir todavía más motivados".El ex del Barça, del Mallorca y del Alavés recuerda unas semifinales de Copa juveniles: "Empatamos en casa 3-3 y allí vencimos 2-3 gracias, entre otras cosas, a una falta estudiada que botó Pep y que yo rematé de cabeza". El amor por la estrategia a Pep le viene de chaval. No es nueva. Su curiosidad le viene de muy joven y no parece tener fecha de caducidad. "Era una falta lateral - detalla Carreras-que ensayábamos mucho y en la que él sacaba rápido antes de que se colocara todo el mundo. Yo ya sabía dónde la colocaría"."Desde que empezó con el Barça - completa Radomir Antic-el equipo ha marcado más goles de estrategia que en los últimos dos años. Me gusta ese laboratorio de ideas que ha montado en el equipo". "Apuesta por el talento, por tener la iniciativa, me agrada mucho que le vaya bien", completa Butragueño, un rival convencido. ¿Convencerá Pep al Madrid con su táctica de que esta vez no tiene nada que hacer?