Orines para Glasgow
Jóvenes barceloneses envían botellas con micciones al club escocés y a las autoridades municipales de la capital catalana
Albert Ollés
Barcelona
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Entre otras reacciones pasionales, los hooligans del Glasgow Rangers, han conseguido despertar en los barceloneses una de sus aficiones identitarias más arraigadas: el amor por la escatología. Porque si bien es conocido que en pocas partes del mundo se bebe tanto (que no tan bien) como en Gran Bretaña, también lo es el interés telúrico de los catalanes hacia lo que Dalí universalizó como la "caca" y sus similares.
Debió ser ese impulso irracional, alimentado por siglos de referencias culturales, el que llevó ayer a una grupo de barceloneses a embotellar sus orines como si fueran el último caldo revolucionario del Priorat y, una vez etiquetados y envasados, enviarlos al club de Glasgow y al Ayuntamiento de Barcelona.
A los primeros, para "felicitarlos por su simpatía y respeto hacia los barceloneses, que a partir de ahora será recíproco", según explicó Albert García, miembro de la Plataforma Urinoteràpia i Ciutadania, impulsora de la iniciativa.
A los primeros, para "felicitarlos por su simpatía y respeto hacia los barceloneses, que a partir de ahora será recíproco", según explicó Albert García, miembro de la Plataforma Urinoteràpia i Ciutadania, impulsora de la iniciativa.
Competencia desleal
Y a los segundos, en protesta en clave de ironía, por haber permitido la competencia desleal de los unionistas escoceses. "Por algo será que fuera de la provincia, el resto de catalanes nos llama pixapins", recordó García en defensa de de la calidad de la producción local. Pixarada catalana natural, se podía leer en algunas de las etiquetas de las botellas y las cajas.
Otras aludían al idioma de los hooligans y a la moda de bautizar con variantes del inglés nuevas tendencias ciudadanas, y titulaban al litro de larga micción como Piping, con añada y denominación de origen incluidas: Barcelona, 2007.
Eso sí, acompañadas por la imagen más autóctona de un hombre de espaldas, puño en alto y calzones a media asta, en una postura a caballo entre la del caganer y aquella acción conocida popularmente como "hacer un calvo".
Las botellas fueron entregadas en la plaza de Sant Jaume junto a sendas cartas dirigidas al alcalde y a la concejala de Seguridad, Assumpta Escarp. "Hemos querido simbolizar así nuestra protesta por la falta de previsión y las molestias que hemos sufrido por la inoperancia manifiesta de nuestras autoridades", dijeron desde la plataforma.
"Sabían que había 20.000 hinchas en la ciudad de los que solo 6.000 tenían entrada, y que el resto estaría en la calle emborrachándose y con la agresividad habitual", añadieron.
Precedentes de disturbios
Los responsables de la iniciativa, que certificaron la autenticidad del contenido de las botellas y se otorgaron la paternidad del mismo, recordaron que había precedentes tras el paso del Rangers por Villarreal y Pamplona.
"Esto va más allá de las cuatro toneladas de basura y los litros de orines con los que nos obsequiaron. Lo peor fue ver como te humillaban en tu propia casa, bajo la permisividad policial. Y como siempre, nadie se hace responsable. Y los catalanes, dormidos"
Otra tradición en auge.
Otra tradición en auge.
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