Impresionante, gol total ...
Impresionante, gol total ...
Messi destapó por completo el tarro de las esencias y marcó uno de los mejores tantos de los últimos tiempos. El argentino recibió el cuero en la línea del centro del campo y, tras marcharse de medio Getafe, llevó el 2-0 al luminoso. De otro planeta...
La colección de obras de arte del museo del fútbol cuenta con una nueva joya por cortesía de Leo Messi, representante aventajado de la escuela maradoniana. Las burdas imitaciones que durante 20 años nos vendieron desde el Río de la Plata sirvieron para decorar el salón de casa. Mientras tanto, otro genio venía en camino con la gambeta en los genes y el pegamento en las botas para conducir el balón hasta su lugar natural tras un eslalom glorioso. Un ángel sin sombra que pasó en por el Camp Nou reencarnado en el Dios argentino del fútbol para reinventar el concepto de diagonal que existía en Barcelona.
La alfombra roja de Messi midió 60 metros y se cobró cinco víctimas. Cinco camisetas verdes segadas por el talento de una pulga divina con electricidad en las piernas. La hazaña comenzó en la frontera del centro del campo, territorio minado para los delanteros. Paredes y Nacho entraron al capote de Messi y se llevaron dos verónicas de regalo. Ya no había marcha atrás. En carrera, el argentino es como el viento. Lo sientes pero no lo ves pasar. Lleva el balón atado a los cordones y hace nudos con las piernas de los rivales.
Nacho persiguió a un fantasma azulgrana hasta que otro recorte le dejó fuera de comabate. Llegó el turno de Alexis y Belenguer, pareja reputada de centrales, que optaron por el estrechamiento de vía para intentar frenar al tren de alta velocidad culé y encontraron una zeta de respuesta. En el andén del gol quedaba Luis García, el hombre más desprotegido del mundo con sólo dos guantes para evitar que una pantera le devorase con un balón en los pies.
El gol quedaba a la vuelta de la esquina después de haber encontrado la salida en el laberinto verde. Messi no podía fallar, aunque fuese con la derecha. Tenía a los duendes de su parte correteando por las venas del tobillo. Redondo intentó en vano ser recordado por fastidiar un gol antológico pero la pelota le fue fiel a su dueño tras 13 toques y 12 segundos de compañía. Alguien había profanado el santuario de Maradona.
La alfombra roja de Messi midió 60 metros y se cobró cinco víctimas. Cinco camisetas verdes segadas por el talento de una pulga divina con electricidad en las piernas. La hazaña comenzó en la frontera del centro del campo, territorio minado para los delanteros. Paredes y Nacho entraron al capote de Messi y se llevaron dos verónicas de regalo. Ya no había marcha atrás. En carrera, el argentino es como el viento. Lo sientes pero no lo ves pasar. Lleva el balón atado a los cordones y hace nudos con las piernas de los rivales.
Nacho persiguió a un fantasma azulgrana hasta que otro recorte le dejó fuera de comabate. Llegó el turno de Alexis y Belenguer, pareja reputada de centrales, que optaron por el estrechamiento de vía para intentar frenar al tren de alta velocidad culé y encontraron una zeta de respuesta. En el andén del gol quedaba Luis García, el hombre más desprotegido del mundo con sólo dos guantes para evitar que una pantera le devorase con un balón en los pies.
El gol quedaba a la vuelta de la esquina después de haber encontrado la salida en el laberinto verde. Messi no podía fallar, aunque fuese con la derecha. Tenía a los duendes de su parte correteando por las venas del tobillo. Redondo intentó en vano ser recordado por fastidiar un gol antológico pero la pelota le fue fiel a su dueño tras 13 toques y 12 segundos de compañía. Alguien había profanado el santuario de Maradona.
"Vi espacio y me fui adelante"
• Messi relata sin ninguna emoción un gol memorable y rechaza la comparación con Maradona
• "Cuando vi que no podía tirar la pared con nadie, traté de definir yo"
DOS GOLES DE BANDERA
Diego Armando Messi
Héctor Enrique se jactó de ser el jugador que dio el pase a Diego Maradona en el antológico gol que se vio en el Mundial de México-86. Dentro de unos años, Xavi Hernández podrá decir orgulloso que él inició la jugada que desembocó en la apoteósica réplica de Leo Messi. El papel de Enrique y Xavi es puramente testimonial, anecdótico, pero ambos también han entrado en la historia. Saldrán para siempre en las imágenes que han quedado para la posteridad.La gente recuerda qué hacía en el momento en que el hombre pisaba la luna o el día que mataron a Kennedy. Desde ayer, los culés nunca olvidarán dónde vieron el gol de Messi: en el Camp Nou (solo 53.599 privilegiados), en la televisión de casa o de un bar, en un resumen en diferido o en la pequeña pantallita del Youtube. Messi empezó a ser consciente en el mismo instante que había hecho algo grandioso. Por la efusiva felicitación de sus compañeros, por el flamear de pañuelos de las gradas, por los cánticos de "Messi, Messi" que atronaron en el estadio al llegar al descanso y también, por qué no decirlo, por las dos patadas fruto de la impotencia que recibió de Paredes y Nacho --los humillados por los dos túneles-- en los primeros cinco minutos de la reanudación."Más tranquilo que nunca"Mientras a medio mundo empezaba a agotársele los grandiosos adjetivos --"Messi es joven y todavía puede hacer muchas más cosas", dijo admirado Rijkaard-- y al padre de Messi, Jorge, se le agotaba la batería del teléfono móvil --33 llamadas contabilizó pocos minutos después del final del choque--, Messi respondía como si tal cosa a un monumento futbolístico, intentando asumir con naturalidad la catarata de elogios que le llovían. "Hay que estar más tranquilo que nunca", decía, casi sonrojado, cuando escuchó la comparación con Maradona.El Barça condujo a Messi al plató de televisión. Allí vio por primera vez la repetición del tanto. "Vi que había espacio y me fui hacia adelante", relató, como si tratara de una jugada normal. Como una de las muchas que inicia, con el balón cosido a los pies y sembrando el suelo de rivales burlados."Intenté combinar con Samu Etoo, pero había dos defensores con él. Se iban para atrás y no me salía ninguno y cuando vi que no podía tirar la pared con nadie, traté de definir yo", explicó. Le costó más tiempo explicar la jugada que hacerla. "Pensé en pegarle al llegar al área, pero al pasar al segundo defensa se me fue un poco larga y al último defensa quise pasársela por encima", dijo, sin ninguna emoción ni pasión. Como si hablara de algo muy vulgar. Tan vulgar, que se refugió en un tópico. "Eso ya pasó y hay que pensar en el próximo partido".
• Messi relata sin ninguna emoción un gol memorable y rechaza la comparación con Maradona
• "Cuando vi que no podía tirar la pared con nadie, traté de definir yo"
DOS GOLES DE BANDERA
Diego Armando Messi
Héctor Enrique se jactó de ser el jugador que dio el pase a Diego Maradona en el antológico gol que se vio en el Mundial de México-86. Dentro de unos años, Xavi Hernández podrá decir orgulloso que él inició la jugada que desembocó en la apoteósica réplica de Leo Messi. El papel de Enrique y Xavi es puramente testimonial, anecdótico, pero ambos también han entrado en la historia. Saldrán para siempre en las imágenes que han quedado para la posteridad.La gente recuerda qué hacía en el momento en que el hombre pisaba la luna o el día que mataron a Kennedy. Desde ayer, los culés nunca olvidarán dónde vieron el gol de Messi: en el Camp Nou (solo 53.599 privilegiados), en la televisión de casa o de un bar, en un resumen en diferido o en la pequeña pantallita del Youtube. Messi empezó a ser consciente en el mismo instante que había hecho algo grandioso. Por la efusiva felicitación de sus compañeros, por el flamear de pañuelos de las gradas, por los cánticos de "Messi, Messi" que atronaron en el estadio al llegar al descanso y también, por qué no decirlo, por las dos patadas fruto de la impotencia que recibió de Paredes y Nacho --los humillados por los dos túneles-- en los primeros cinco minutos de la reanudación."Más tranquilo que nunca"Mientras a medio mundo empezaba a agotársele los grandiosos adjetivos --"Messi es joven y todavía puede hacer muchas más cosas", dijo admirado Rijkaard-- y al padre de Messi, Jorge, se le agotaba la batería del teléfono móvil --33 llamadas contabilizó pocos minutos después del final del choque--, Messi respondía como si tal cosa a un monumento futbolístico, intentando asumir con naturalidad la catarata de elogios que le llovían. "Hay que estar más tranquilo que nunca", decía, casi sonrojado, cuando escuchó la comparación con Maradona.El Barça condujo a Messi al plató de televisión. Allí vio por primera vez la repetición del tanto. "Vi que había espacio y me fui hacia adelante", relató, como si tratara de una jugada normal. Como una de las muchas que inicia, con el balón cosido a los pies y sembrando el suelo de rivales burlados."Intenté combinar con Samu Etoo, pero había dos defensores con él. Se iban para atrás y no me salía ninguno y cuando vi que no podía tirar la pared con nadie, traté de definir yo", explicó. Le costó más tiempo explicar la jugada que hacerla. "Pensé en pegarle al llegar al área, pero al pasar al segundo defensa se me fue un poco larga y al último defensa quise pasársela por encima", dijo, sin ninguna emoción ni pasión. Como si hablara de algo muy vulgar. Tan vulgar, que se refugió en un tópico. "Eso ya pasó y hay que pensar en el próximo partido".
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