Penya Barcelonista de Lisboa

dimecres, de març 07, 2007

CRÓNICA // ANDONI ZUBIZARRETA


El Barça tampoco camina solo

• El campeón cede su corona pero demuestra ser un equipo con pasado, presente y futuro


Juro que no me acordé del maldito, inapropiado, maleducado, vergonzoso, impropio, inadecuado y, lamentablemente, esperado botellazo del Ruiz de Lopera. No me acordé, no, pero anoche sí asistí, como testigo de primera fila (nada que ver, palabra de honor, con estar ahí abajo, de corto, entre redes, bajo palos), a un auténtico espectáculo futbolístico.

Por desgracia, nos olvidamos demasiadas veces de que el fútbol es esto: un juego, un deporte, un pulso entre, por ejemplo, un equipo metódico, recio, organizado, metálico y otro repleto de estrellas (en no muy buena forma), de mucho toqueteo, posesión y desmarque, pero escasa mordida. ¿Hambre? No, hambre tienen, se lo digo yo.Dos equipos ejemplaresEso fue anoche Anfield. El ejemplo de que este deporte sigue teniendo un atractivo que no tiene nada más.

Y un deporte en el que no me extraña nada, y menos que aquí, en Liverpool, en la ciudad de los Beatles, en el país cuyo nido futbolístico se llama Anfield, existan vestuarios como el de los reds donde lo último que se tropiezan sus chicos al dirigirse hacia el césped y, antes de besar This is Anfield, son tres lemas escritos en la última pared de sus catacumbas: "Llegar juntos es el principio / Mantenernos unidos es progresar / Trabajar juntos es el éxito".

Eso vieron Steve Gerrard y compañía. Y eso hicieron sobre el césped, en un partido que perdieron después de haberlo hecho todo perfecto.Cuando acabó el partido, lo primero que pensé fue que, en efecto, el equipo de Rafa Benítez empezó el encuentro acompañado del mítico cántico de su hinchada pero, al final, cuando el árbitro alemán pitó el final del partido y el Barça entregó con honor la corona (bueno, aún no, la dejó en la estantería), quienes caminaron acompañados a los vestuarios, quienes de verdad tuvieron la sensación de no caminar solos fueron los azulgranas, porque ellos simularon anoche ser el pasado, pero tienen futuro. Y mucho.

Y es que, volviendo al inicio, Anfield acabó entregado a las dos aficiones y los dos coros terminaron dedicando sus cánticos, en inglés y en catalán, al oponente. Anoche, dignísimo oponente. Ejemplar.Todos los inicios tienen, a menudo, mucho que ver con el final de la historia. Y no me estoy refiriendo al partido del Camp Nou donde, como se demostró anoche, se perdió el control de la situaciones como si, en efecto, no fuésemos a viajar a Liverpool, como si no hubiese partido de vuelta. Me refiero a los primeros compases del partido de ayer, en el que el Barça, en los primeros 45 minutos, no sembró la duda en el hermético equipo, esquema, planteamiento y caracter rojo. Todo lo contrario; los locales se fueron al descanso reforzados en su idea. Y el Barça, inmerso en esa duda permanente del 3-4-3. Tan de dream team (¡afortunadamente!) que incluso regresó Alexanko de delantero centro en el cuerpo del bravo Puyol.Y, encima, fue cierto, real, que el Barça tuvo la posibilidad de pasar, pues antes del gol de Gudjohnsen hubo el carrusel de Ronaldinho que se estrelló en el poste de Reina. Pero, si contamos los 180 minutos jugados, el Liverpool ha demostrado ser mejor que el Barça, tener más equipo, saber más a qué jugaba y cómo iba a jugar y, por tanto, es un digno ganador.

Como dignos son los dos últimos campeones de Europa. Y, por cierto, ya que he citado al niño Reina, déjenme que, aunque solo sea por coleguismo, elogie el excelente partido de Víctor Valdés. Ya ven, el chico para, y para, y para.Me alejo de Anfield. Camino despacio. No tengo prisa. En la otra vida estaría duchándome. Les prometo que he sudado lo mismo.