EL AGUA CON GAS, SIN GAS, SOLO ES AGUA
EL AGUA CON GAS, SIN GAS, SOLO ES AGUA
LOS SIN NOMBRE
Xavier Cassadó/Guionista
Yo estoy contento hoy, qué quieren que les diga. Y no solo por lo de Riazor.
El primer partido del año, salvo honrosísimas excepciones (hoy hace 13 años justos del maravilloso 5-0 ante el Madrid), suele ser para el Barça un partido trabado, chungo, arrítmico y en general con resultado agrio.
Con el potencial de ayer no está mal el empate.
Hay dos lecturas de lo de ayer, una buena y la otra mala. Empezamos por la mala: que el Barça sin Ronaldinho, Deco, Etoo, Messi y Zambrotta (entre otros) es inferior.
Y la buena: que cualquier equipo sin Ronaldinho, Deco, Etoo, Messi y Zambrotta (entre otros) sería inferior.
Yo quiero aferrarme a esa realidad impepinable para no sacar de madre esa sensación de bajón que hace días que tenemos.
Todos, por supuesto, queríamos ganar en Getafe para endulzarnos la amargura prenavideña, pero íbamos al coliseo ese con lo puesto y volvimos sin perder: pues a mí ya me está bien.
¿Qué más queremos?
Las bajas normalmente no deben acusarse, pero si las bajas son tres o cuatro tíos que suenan siempre como aspirantes al Balón de Oro, tienen que acusarse obligatoriamente.
El agua con gas, sin gas, solo es agua; y el Barça de Getafe era un Barça sin gas.
O casi sin gas, porque a pesar del peso descomunal de los ausentes, aún quedaban fenómenos, como Puyol y Xavi, dos tíos fuera de lo común que preservaron, como siempre, la mentalidad ganadora.
Con todo, no olvidemos lo mejor: tras dos tropiezos seguidos, el Barça continúa teniendo el liderato al alcance solo con ganar el partido aplazado.
Por lo tanto, el momento no es malo: es tonto.
El Barça atraviesa un momento tonto, y sus seguidores, también. No es que tenga mucha justificación, pero existir, existe. Igual es que aún tenemos que meternos en serio en enero, o que llevamos tres partidos seguidos sin ganar (lo cual no es habitual, por gracia divina), o que el dichoso Mundialito nos mandó carbón antes de hora.
No lo sé; el caso es que hacemos cosas como exclamarnos por unos retrasos posvacacionales razonablemente explicables como si fueran delitos.
¿Qué nos pasa? Pues que estamos en el momento tonto. Ya está.
También ese momento toca a su fin.
La próxima jornada, el Barça volverá a tener gas y volverá a tener ese sabor chispeante.
Y en el momento de la verdad, tendrá tanto gas que, ante algún empacho de tontería, sabrá a sal de frutas.
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