Mourinho se hace mayor
• La figura del técnico portugués se ha erosionado, pese a dar dos ligas consecutivas al Chelsea. • Abramovich le exige la Copa de Europa y, además, un juego atractivo. De un tiempo a esta parte, José Mourinho, "the special one", (un hombre especial), como él mismo se definió en su primer día en Londres hace ahora dos años y medio, anda algo desarreglado. A medio afeitar, casi siempre. Con el nudo de la corbata flojo. Un look políticamente descuidado, con algunas canas asomando en su rostro. Huellas, tal vez, de la presión a que está sometido. O, simplemente, se deba a la edad. Mourinho tiene 43 años y la vida con el multimillonario ruso Roman Abramovich, la 11ª fortuna del planeta, ya no es tan idílica como al principio.Le avala, eso sí, un contrato de 7,5 millones de euros anuales hasta el 2009 que convierte a Mourinho, junto al madridista Fabio Capello, en el entrenador mejor pagado del mundo, pero hay detalles que delatan que se ha hecho mayor. No tanto por la edad. Pocos técnicos han ganado tanto (una Champions, una Copa de la UEFA y dos Ligas portuguesas con el Oporto, además de dos Ligas inglesas con el Chelsea) como él.Pero la figura del portugués se ha erosionado. Hace unos meses, en Stamford Bridge, la voz de Mourinho era ley. Ahora, en cambio, no. Ha perdido poder, influencia y hasta ascendencia sobre Abramovich, asesorado por Peter Kenyon, el ejecutivo que construyó el Manchester United que ganó la Copa de Europa en el Camp Nou. Porque el dueño del Chelsea no solo quiere besar ese trofeo, sino que persigue un juego atractivo, algo que parece una utopía con Mourinho. Control del vestuario El hombre "especial", aquel que aterrizó en Londres con una frase contundente ("no quiero parecer arrogante, pero yo soy campeón de Europa, merezco más respeto", afirmó el portugués al comprobar el recelo que despertaba su figura), parece ahora terrenal. Mourinho ha perdido, de golpe, el aura que le hacía indestructible. Cierto es que su control sobre el vestuario aún sigue siendo absoluto. "El único lugar donde yo no mando es en mi casa", dijo un día.El año pasado, en el descanso de un partido ante el Aston Villa, pidió a sus jugadores que le hicieran preguntas sobre el choque. Se alzó entonces la voz de una joven promesa. Era Scott Carlson, el mismo de quien Mourinho había pronosticado al inicio de esa temporada que lo convertiría en uno de los grandes futbolistas del mundo. "Quiero jugar, míster", pidió ingenuo el chaval. "Tú no jugarás nunca en el Chelsea", respondió el técnico. Meses después, lo vendió. En otro partido, Joe Cole dribló en una gran jugada a tres rivales antes de entregarle la pelota a Drogba. Mourinho, lleno de ira, se enervó. "La próxima vez que hagas eso, te cambio".Así es Mourinho, José para los ingleses, el discípulo portugués de Louis van Gaal. Tiene más de Louis que de Bobby Robson, aunque con ambos ejerció de ayudante en el Barça. Un entrenador a quien la entrada de Kenyon en el club le ha supuesto un problema. Por mucho que lo niegue. En condiciones normales, él no habría aceptado los fichajes de Ballack (30 años) y Shevchenko (30 también), dos jugadores que han dado los mejores años de su vida a otros clubs (Bayern de Múnich y Milan, respectivamente). Se ha visto obligado el técnico a cambiar su sistema de juego. Abandonó el 4-3-3 para usar un 4-4-2 con el que no acaba de dar con la tecla correcta. ¿Por qué? Porque tienen que caber todos en un mismo equipo.Ballack y Lampard son más de lo mismo, y además no hay ninguna química personal entre ellos, mientras que Shevchenko (2 goles en 11 partidos) ha hecho mejor a Drogba (8 tantos en 10). Aunque en esa convivencia, el ucraniano haya empeorado. Si gana el Chelsea, gana el dinero de Abramovich (39 años, segunda fortuna de Inglaterra, 11ª del mundo con 11 billones de libras). Si pierde, pierde Mourinho. Y en Europa ha perdido dos veces ante tipos normales, discretos y nada arrogantes (Benítez, del Liverpool, y Rijkaard, del Barça). |
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