Con Messi solo no basta
El delantero argentino ejerció el papel de estrella que no asumió Ronaldinho a pesar de la presión a que fue sometido por la afición inglesa, que lo abucheó continuamente Acabado el partido, con una marea de banderas blancas y azules sacudiendo la noche inglesa, Rijkaard fue a buscar a Mourinho. O Mourinho a Rijkaard. Da igual. Se dieron diplomáticamente la mano antes de que el técnico del Chelsea se colara, con un gesto de alegría, en el túnel de vestuarios. El entrenador del Barça se quedó de pie mirando el paisaje. Ahí en medio andaba Messi, todavía de pie, sin aliento, después de un enorme partido, sin premio alguno, mientras Shevchenko y Ronaldinho hacían lo más productivo de la noche para ambos: cambiarse las camisetas.A pesar de las patadas que recibió Messi, a pesar de que desde el primer segundo del partido Stamford Bridge decidió que no le dejaría tranquilo, él se levantó. Una y otra vez, con la grandeza y valentía que le faltó anoche a Ronaldinho, se puso a correr el joven argentino sin importarle nada ni nadie. El Barça echó de menos al brasileño, pero no a Messí. Provocó faltas, rompió a Cole, sembró el miedo en la grada de Londres, mientras Boulahrouz transformó a Ronaldinho en un cualquiera. En uno más. ¿Quien lo iba a decir? Pues sucedió. Peligro constante Nada, sin embargo, que reprocharle a Messi. Actuó en todas las posiciones del ataque y transmitió una permanente sensación de peligro. Ajeno al ruido del estadio, indiferente a las amenazantes botas de los rivales, interpretando, casi siempre, lo mejor para el equipo. El problema fue que el equipo no le acompañó a él. En todas las cosas buenas que hizo el Barça --no fueron muchas, eso es cierto-- andaba Messi, que hasta remató de cabeza, y con peligro, dentro del área inglesa, superando a torres como Terry y Carvalho. Hasta un caño se atrevió a tirarle a Lampard, otro signo de su osadía.La misma osadía y atrevimiento de la que careció el Barça. Si hubieran seguido a Messi, todo habría sido más fácil. Él enseñó el camino, pero nadie estuvo a su lado. Bueno, Xavi, sí. Demasiado poco. Entre tanto aspirante el Balón de Oro, emergió la figura del pequeño Leo. En Inglaterra se saben de memoria su nombre. No hay muchos jugadores como Messi. Tal vez Roman Abramovich, el multimillonario ruso, pregunte a Peter Kenyon, el ejecutivo que le asesora, por el precio de esa joya. Está tasado en 150 millones de euros (es lo que fija la cláusula de rescisión), pero hay noches en que vale mucho más.Mientras Etoo miraba irritado desde su casa el partido, maldiciendo la rodilla rota, Gudjohnsen no lograba superar el componente emocional (el Chelsea y su gente le recibieron con un regalo y una fantástica ovación) y Ronaldinho no estaba en Londres, siempre quedaba la esperanza de Messi. Anoche, el Barça perdió, mientras los gritos de casi 3.000 seguidores azulgranas ("Mourinho, vete al teatro",) solo sirvieron de consuelo. Tampoco es un drama la derrota (el Barça puede corregirse en el Camp Nou), pero ayer aprendió una lección: con Messi no basta Marcos López, El Periodico.com |
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